sábado, 6 de febrero de 2010

Las metáforas del mundo on line (6)


Subordinados digitales

Advertencia
Estimados usuarios, vuelvo a cargar otra entrada después de un largo reposo que inició cuando di a conocer la entrevista con Edgard Morin. Deseo reiterar que estas reflexiones se encuentran sujetas al ritmo de la lentitud, y el hecho de que circulen dentro de la red, no me obliga a asumir los delirantes códigos del vértigo. En estas vacaciones de mi diario, descubrí que además del sustrato, he generado opiniones no clasificadas en esa categoría que utilizadas en cada capítulo, me son de suma utilidad para articular los temas que le dan flujo a las inquietudes que me propuse abordar. Por otra parte, un amable usuario me solicitó que ampliara mis puntos de vista a propósito de lo que llamo aquí subordinación digital, concepto que apenas esbozo en el Glosario interno de términos y que sin duda requiere de una mayor explicación porque recurro a él, o sus variantes, en muchos de los párrafos de Sangre Binaria. De tal suerte que esta nueva entrada de Las metáforas del mundo en línea, tiene como finalidad ampliar mis consideraciones a propósito de la subordinación digital y, adicionalmente, acuñar un término chatarra que en el futuro me será de utilidad: e-fragmento. Pero vayamos por partes. 

Nigromancia fallida
Como ya ha sucedido con algunos fragmentos que recupero del sustrato, descubro que mis opiniones (algunas muy recientes y otras cuando menos con doce años de antigüedad) se reafirman, o por lo menos se matizan, por la práctica digital. Aun así, el oficio de nigromante, en un medio tan acelerado e impredecible, no es uno de mis fuertes. Es probable que con los años, o los meses, mis márgenes de error se ensanchen. La verdad me tiene sin cuidado. En su libro Futuro, Michael Tambini nos brinda un ejemplo de profecías incumplidas en las que suelen incurrir quienes estudian la tecnología sobre todo desde enfoques apologéticos, los adivinadores tecnofílicos son peor que los economistas cuando acarician su bola de cristal: “En la década de 1960, los futurólogos vaticinaron que en el 2000 el trabajo esforzado sería cosa del pasado, ya que el trabajador típico sólo iría a la oficina o fábrica tres horas al día”. De risa loca, sin duda.


Tal vez ciertos trabajos constituyan excepciones respecto al desplazamiento, pero en términos generales yo diría que esa profecía resultó descabellada. Una década después del límite establecido en el vaticinio, me atrevo a decir que nos encontramos en el polo opuesto. En la actualidad, se generan tal cantidad de recursos tecnológicos, y éstos a su vez cambian tan rápido, que corremos el peligro de convertimos en esclavos de los mismos. Por lo menos pocos podrán negarme que muchas rutinas laborales ligadas a la digitalidad, operan en permanentes estados de inestabilidad y con cargas de trabajo cada vez más pesadas. No siempre pasa así, pero pasa, sobre todo cuando planificamos sobre las rodillas y sobre bases de subordinación tecnológica.

Un ejemplo demasiado visto
La planificación sobre recursos tecnológicos mutantes y organizaciones provenientes de modelos de trabajo lineales, es una de las tentaciones más peligrosas de la digitalidad en naciones subdesarrolladas. Un ejemplo de lo anterior, lo podemos observar en la llamada reingeniería de procesos, definida por Hammer y Champy como “la reconcepción fundamental y el rediseño radical de los procesos de negocios para lograr mejoras dramáticas en medidas de desempeño tales como costos, calidad, servicio y rapidez” (Fuente: Institute of Industrial Engineers, Más allá de la reingeniería, CECSA, México, 1995, p.4). En países como México, con elevados grados de subordinación digital, esta práctica puede desarticular procesos productivos y procedimientos administrativos públicos o privados, sometiéndolos a las dinámicas que imponen el uso de un conjunto de recursos tecnológicos que no por fuerza fueron creados en función de las necesidades de un negocio, una institución, un municipio o incluso un país.

Reingeniería de procesos en paraísos subordinados
Parte de la creciente ineficacia de las instituciones que lleva a muchos mexicanos a mencionar la existencia de un Estado fallido, podemos encontrarla en estos “rediseños”. Formulemos algunas preguntas derivadas de lo que se ha dado en llamar e-gobernanza: ¿a cuántas empresas privadas, la mayoría ellas concesionarias de licencias (ni siquiera desarrolladoras reales) de tecnología proveniente de otros países, se les da carta abierta para que, a partir de la “reingeniería” que requiere un servicio asuman, de manera parcial o total, procedimientos que el Estado está obligado a cumplir con recursos humanos y tecnológicos propios? ¿cuántas de estas empresas a las que el Estado transfiere cada vez más funciones, son sometidas a concursos con un alto nivel de complejidad para comprobar si, efectivamente, responderán de manera oportuna a los requerimientos pretendidos o, por el contrario, como ha sucedido en muchos casos, empeorarán un servicio? Si pensamos que muchas de esas entidades privadas son fantasmas, membretes de corporaciones mayores en las que figuran los nombres de antiguos funcionarios públicos o parientes de otros en activo, podemos darnos una idea de la gravedad de una problemática de la que me temo apenas conocemos la punta del iceberg: bases de datos confidenciales vendidas al mejor postor y obtenidas de entidades públicas, programas educativos inoperantes, obsoletos a la vuelta de poco tiempo y con dudosos controles adquisitivos como la Enciclomedia de Vicente Fox, auditada el año pasado por la ASF, son parte de los saldos derivados de nuestra condición de subordinados digitales; saldos que se replican en varios países de América Latina en diferentes vertientes como una que denunció en 2005 Beatriz Busaniche, en el portal educ.ar ante el plan del gobierno argentino para facilitar la adquisición de equipo de cómputo.

Vértigo digital
Lo cierto es que las consecuencias del, llamémosle, vértigo digital, no sólo son objeto de análisis en los entornos de trabajo privados o privatizados por el Estado, en el campo teórico de las TIC, me gusta citar algunos rasgos observados por Raúl Trejo Delabre en torno al proceso de Investigar en la sociedad de la información, retomo los tres primeros de los diez que desarrolla en su ensayo:

1. Un primer problema con el que tropezamos cuando queremos hacer diagnósticos, lo mismo panorámicos que segmentados de la sociedad de la información, es la rapidez con que cambian algunas de sus principales manifestaciones. La velocidad misma, tanto para la transmisión de mensajes como en la irradiación de los nuevos dispositivos tecnológicos, es uno de los rasgos de la sociedad de la información. Ese atributo se convierte en dificultad cuando tratamos de registrar las mutaciones del nuevo entorno tecnológico y social.

2. Con frecuencia, en segundo lugar, más que análisis de estas nuevas tecnologías hacemos apenas la crónica de su desarrollo, obligándonos siempre a fragmentar su circunstancia y efectos para poder ocuparnos de ella. Somos o queremos ser –o tenemos que ser– a la vez investigadores y protagonistas de ese desarrollo. Cuando estudiamos los usos de la red de redes, los efectos del teléfono móvil o las implicaciones de los dispositivos de reproducción audiovisual con formatos mp3, nuestra experiencia personal se sobrepone inevitablemente al examen de esas nuevas tecnologías.

3. Un tercer desafío se encuentra en la costumbre de abandonarnos a la seducción que siempre impone la reflexión conceptual o circunscribirnos a reproducir la gracia del dato duro. La tirantez entre especulación metodológica e información empírica, se presenta con frecuencia en las ciencias sociales y especialmente en el estudio de los medios. A veces nos asombramos tanto con el descubrimiento personal de nuevas utilerías tecnológicas y sus apropiaciones sociales que, a cada innovación, creemos que nos encontramos ante cambios drásticos o definitorios de nuevos efectos o conductas. Entre quienes observamos estos temas es frecuente la costumbre de querer encontrar, a cada momento, transformaciones substanciales o parteaguas históricos. En el otro extremo, tenemos a nuestra disposición tantos y a veces tan contradictorios datos acerca de estas nuevas tecnologías que a veces, abrumados en ellos, nos limitamos a glosar cifras y a remachar en ellas sin ceñirlas a un contexto analítico y crítico.

El e-fragmento: basura para rebelarme
Tras esta aproximación a la subordinación y el vértigo digital, regreso al punto de inicio: los fragmentos de texto de mi autoría ajenos al sustrato, citados o sujetos a reinterpretación e integrados a un nuevo discurso, los pensaba llamar piezas. Pero en estricto sentido son párrafos o frases, habitables incluso fuera de la red (digital) y por lo tanto incluidos también en esa red todavía no encarcelada en un sistema binario que es la red del conocimiento que también opera off-line. Sin embargo pieza es una palabra armónica, utilitaria y mucho más ligada a la vida fuera de línea. De tal suerte que me pareció obsceno pervertirla en este contexto. Por ese motivo se me ocurrió inventar un término alevoso para engordar el Glosario interno del diario: e-fragmento.

¿Por qué esa palabra? Por dos razones que podrían considerarse anarquistas, o, en el mejor de los casos, arbitrarias: 1)Para contaminar con más chatarra verbal los basureros lingüísticos de los subordinados digitales que con analogías hechas al vapor construyen jergas utilitarias en las que predomina la ocurrencia, una de ellas perceptible en la manía de anteponerle la e y el guión a una gran cantidad de términos en los que está imbricada la digitalidad como e-democracia, e-gobernanza, e-gobierno, e-méxico, e-consulta, e-sexología...; y, 2)Para nombrar a un párrafo (o conjunto de párrafos o frases) dentro o fuera de línea (lo que le da una categoría diferente al criterio clasificatorio y le mete ruido a los odiosos creadores de barbarismos con un barbarismo más) que me sirva para ahondar en los propósitos reflexivos de este diario. En suma, e-fragmento: término chatarra, alevoso, de indudable subordinación digital (probablemente de mi invención en español y ajeno al sustrato) que hace referencia a uno o más contenidos semánticos dentro o fuera de línea. En Las metáforas del mundo on-line, los e-fragmentos podrán usarse como párrafos textuales o reelaborados cuando así lo juzgue conveniente y sean de mi autoría.

Hecha la advertencia anterior, aclaro que el título que le dará origen a la séptima entrada de este blog, proviene del sustrato y de algunos párrafos de un e-fragmento publicado a finales de noviembre de 2009 que me pareció necesario reelaborar con más amplitud e incluso discutir con mayor profundidad en una próxima entrega: Papel vs pantalla un dilema más allá de la apariencia.

Continuará...
Nota: El contenido de estas páginas puede utilizarse en otros contextos siempre y cuando se cite al autor, se vincule la dirección si se trata de entornos de red o se cite la fuente cuando se trate de otros formatos. David Gutiérrez Fuentes.

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