Marketing y lenguaje tecnokitsch
Ya he expresado en algunas ocasiones que con la expansión de las computadoras personales y más tarde de internet, así como de los múltiples dispositivos mediante los cuales establecemos conexiones para comunicarnos, entre otras actividades que realizamos a diario auxiliados por la tecnología, adoptamos de manera acrítica una serie de expresiones que empobrecen nuestro lenguaje, porque construimos jergas que revelan nuestra dependencia tecnológica.Si partimos de la base de que una buena parte del “desarrollo” actual se da en plataformas y con instrumentos de tecnología binaria o digital, podríamos también decir que nuestras barbaridades lingüísticas son un síntoma más de nuestra subordinación digital.
Palabras derivadas del inglés, o, peor aún, ligadas a corporaciones o marcas comerciales, forman parte de un tejido verbal que a algunos horroriza, a otros los aísla, a la mayoría la tiene sin cuidado, a unos cuantos nos intriga y a un puñado les despierta inquietud.
Si un tuitero (me temo que no hay equivalencia en castellano para esta palabra) me dijera “Volví a publicar tu foto del concierto y la marcaron como favorita varios de mis seguidores”, es probable que no lo creyera, para empezar porque no tengo cuenta en esa red social y porque son más comunes estas formas: “Le di RT a tu PIC del concierto y le dieron FAV muchos followers.”
Ante eso no hay nada que hacer. Es posible que las generaciones que todavía reciben una educación formal puedan, por algunos años, desempeñarse en un ámbito lingüístico doble o bipolar, con toda la connotación que tiene este término muy de moda, por cierto, entre adolescentes y jóvenes. Es decir, durante algún tiempo el lenguaje formal seguirá ocupando un sitio y el popular, adherido a los usos tecnológicos masivos, otro. Ahora todavía es posible observar a sus practicantes desenvolverse en ambos polos con relativa facilidad. Pero me temo que en términos de lenguaje estamos pisando una tierra inestable y mutante. Estudiar un fenómeno que como tantos otros relacionados con la tecnología digital, va sobre una autopista de alta velocidad, debe ser difícil. De hecho, la llamada por algún tiempo: “Supercarretera de la información”, ya es una frase vetusta. Y con eso creo estar diciéndolo todo.
Lo que no podemos negar es que cada vez es más frecuente la incorporación de la jerga tecnokitsch en ámbitos en los que podríamos ser más cuidadosos. Y no se trata de ser puristas. Pero mientras más cardiólogos, ingenieros, nutriólogos, biólogos, diseñadores, comunicólogos o maestros incorporen a su lenguaje escrito verbos como resetear, escalar (como sinónimo de crecer o de aumentar), reenviar o googlear, y sólo pongo ejemplos comunes, el mundo será más chato.
Cito algunas frases al azar tomadas de la red. De Geek México: “El cosplay de hoy nos fascino” (qué diablos es el cosplay, búsquelo en la red y de paso mande a estos cuates a un curso de acentos rápidos); de marcogonza.blogspot.com: “Una campaña de SEO enfocada en una mala dirección o con palabras claves incorrectas que traen tráfico pero no incrementan el ROI, no es una campaña efectiva”; de Bitelia: “Los 5 errores comunes del Community Manager inexperto”. No me queda más que finalizar con un párrafo crítico de Fedro Carlos Guillén que me divirtió mucho y por supuesto fue escogido con alevosía y ventaja: “Existe una profesión bizarra llamada ‘social media expert’ que algunas personas se asignan y de la cual ignoro el significado pero me suena a mamarrachencia”.
Por cuestiones técnicas, muchas palabras que en el original impreso aparecen en cursivas, en las versiones para red aparecerán en redondas. Peor aún, algunas palabras aparecerán subrayadas y ligadas a un anuncio. Ante eso no se puede hacer mucho.
¿Tendremos salvación? Si no es posible por lo menos hay que divertirnos.